DECLARACIONES DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER EN ROMA AL TÉRMINO DE LA REUNIÓN DE LA FAO
PRESIDENTA.-
El reconocimiento por supuesto es para la Argentina, por la labor que hemos desarrollado en materia de políticas públicas, tendientes a combatir el hambre, que en definitiva combatir el hambre no es otra cosa que combatir la pobreza, porque la pobreza es la principal causante del hambre y por lo tanto, además de ser un país productor de alimentos, además de contribuir precisamente a mitigar esto, creemos que el principal problema que hoy tiene el hambre y la solución del mismo, es una más justa y equitativa distribución de la riqueza. ¿Por qué?
Porque alimentos hay, lo que le falta a mucha gente es dinero para poder acceder a esos alimentos y depender de planes de FAO, y queremos que FAO en todo caso termine siendo una organización de contralor global acerca de la calidad de la alimentación.
Pero yo digo que el objetivo final de la FAO siempre debe ser que no tenga que estar con planes de alimentos, ayudando a tal o cual país, sino simplemente controlar la calidad de la alimentación y que ésta llegue bien a todos.
Me parece que este debería ser el objetivo final, creo que este es el objetivo final que tienen que tener todas las organizaciones del mundo y sobre todo esta tan importante de Naciones Unidas como es la FAO.
PERIODISTA.- El Primer Ministro decía que América latina gracias a los mecanismos de integración del ALBA, Petrocaribe, Unasur, ha realizado esfuerzos para erradicar, tratar de mejorar índices del hambre.
¿Cuál es su apreciación en este aspecto?
PRESIDENTA.- Se ha logrado importantes adelantos durante la última década a partir de la concepción de muchísimos países hermanos que hemos trabajado mucho en esto, pero no podemos dejar de reconocer que todavía América latina sigue siendo la región más injusta en cuanto a la distribución de la riqueza, y creo que la redistribución de la riqueza es uno de los temas fundamentales para abordar el problema del hambre, y no solamente del hambre, de la salud, de la educación y de todo lo que tiene que ver con la dignidad del ser humano.
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN SU DISERTACIÓN EN LA 39° CONFERENCIA DE LA FAO
Muy buenos días a todos y a todas.
Señor Director General de la FAO; señores miembros de la Mesa Directiva; señoras y señores representantes de cada uno de los países que integran esta prestigiosa organización: quiero agradecer en nombre de mi país, la República Argentina, la distinción que nos fue otorgada como país por el éxito en nuestra lucha por combatir el hambre.
Ustedes saben que la Argentina es gran productora de alimentos, tenemos una capacidad para producir alimentos para más de 400 millones de personas, cuando apenas somos 41 millones de personas, este año vamos a volver a batir récords en materia de cosecha, esperábamos una cosecha récord de 115 millones de toneladas de granos y vamos obtener 119 millones de toneladas de granos.
Tenemos también un fuerte desarrollo de la producción rural familiar, al punto tal de que el 66 por ciento de nuestros productores son de agricultura familiar y representan el 20 por ciento del Producto Bruto Agropecuario en nuestro país.
También tenemos políticas importantes que hemos venido desarrollando con el tiempo como es el Plan Pro Huerta, que ha generado la existencia de 630.000 huertas en nuestro país, y que además hemos, si se me permite otra vez utilizar el término, exportado con éxito a la hermana República de Haití, donde se han desarrollado ya más de 18.000 granjas comunitarias familiares e institucionales.
Pero no estaría diciendo exactamente la verdad si únicamente colocara el problema del hambre y de las políticas para combatir el hambre, en el marco de lo productivo, en el marco de que queremos producir más alimentos.
Porque en realidad estamos convencidos de que el problema del hambre es un problema de la pobreza, que tienen hambre los que no tienen dinero para comprar alimentos.
Creemos entonces que el acento lo debemos poner exactamente en ese punto, en el combate contra la pobreza que es también hablar de la distribución del ingreso, de la inequidad que hoy tiene a nivel global la distribución del ingreso.
Y yo quiero para ejemplificarlo mejor recordar las palabras de un maravilloso obispo de su país, señor Graziano, el obispo Helder Cámara, muy recordado y creo que está en proceso de beatificación.
Helder Cámara decía que cuando como obispo, como iglesia, ayudaba a los pobres con alimentos y con ayuda, le decían que era un buen cristiano, y cuándo se preguntaba por qué había pobres, le decían: usted es comunista.
Entonces creemos realmente que el problema del hambre radica hoy en una inequitativa distribución de la riqueza.
Esto no significa que no tengamos en cuenta la producción, la producción de alimentos, la mejor manera de producir alimentos, en esto también Argentina es líder en materia tecnológica, en materia de innovación tecnológica, de biotecnología para producir más y mejor alimentación.
Pero en realidad, lo que ha contribuido a que Argentina erradicara el problema del hambre fue precisamente la existencia del Estado, y de un Estado con políticas públicas muy activas, muy direccionadas y muy focalizadas precisamente a este problema.
Cuando el 25 de Mayo del año 2003 al doctor Néstor Kirchner le tocó asumir la presidencia en nuestro país, luego de la crisis del año 2001, con el default más grande soberano que se recuerde en la historia, en la Argentina la pobreza superaba el 54 por ciento de la población y la indigencia superaba el 27 por ciento, habíamos retornado a una economía de trueque.
En mi país se había terminado la moneda única y cada uno de los estados provinciales, por la carencia de recursos, había emitido moneda local.
Llegamos a tener entre 9 y 10 monedas; 25 por ciento de desocupación.
Ahí está el verdadero problema realmente de la pobreza y que hoy afronta el mundo.
Cuando venía hacia aquí, en dirección a esta Conferencia, pasé por una esquina en donde un grupo nutrido de personas, de hombres y mujeres, pedían trabajo porque no hay trabajo.
Y nosotros creemos que el trabajo, tal vez pareciera un discurso para la OIT, pero yo digo que el problema del hambre no se lo puede abordar solamente desde la producción de alimentos, sino que hay que abordarlo de una manera múltiple desde distintos organismos y articulando todos nuestros esfuerzos institucionales, personales y colectivos para que tengan una verdadera solución.
Y nosotros decimos que el trabajo es el gran articulador social, pero también es además el que permite contar y dar a la gente los recursos para que pueda comprar los alimentos.
¿Qué políticas activas hemos tenido nosotros en la República Argentina para pasar de ese cuadro de pobreza extrema, de ese endeudamiento, de esa economía de trueque, de esa multiplicidad de monedas que convertían a la economía en un verdadero pandemonio, en una verdadera Torre de Babel?
Lo primero fue un Plan Alimentario Nacional que lanzamos en el año 2003.
Pero luego, con el paso del tiempo, abordamos casi inmediatamente no con el paso del tiempo, la reindustrialización del país.
¿Para qué? Para generar trabajo. Se generaron más de 6 millones de puestos de trabajo.
Al mismo tiempo que generamos estos puestos de trabajo, comenzamos a recuperar el poder adquisitivo de los salarios.
En mi país la Constitución prevé el funcionamiento de un Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, en su artículo 14 bis, que establece que anualmente deben reunirse los trabajadores junto a los empresarios y el Estado en una negociación tripartita para establecer un Salario Mínimo, Vital y Móvil.
Y hoy con mucho orgullo podemos decir que Argentina tiene el mejor salario Mínimo, Vital y Móvil de toda Latinoamérica, no solamente en términos nominales, sino también en términos de paridad de poder adquisitivo.
Es decir, con la misma cantidad de dólares se pueden adquirir más cosas en mi país, en relación a las que se pueden adquirir en otros países hermanos.
Además de ello se instaló durante 12 años la negociación libre en materia de paritarias, convención colectiva entre los distintos trabajadores y los empresarios, donde acuerdan libremente sus salarios y esto ha generado una gran demanda.
¿Por qué? Porque ustedes saben que en materia de teoría económica siempre hubo una gran discusión central y estructural, que fue si es la oferta la que mueve la economía o es la demanda la que mueve la economía.
Por supuesto, el sector más concentrado del ingreso, sostiene que es la oferta y no la demanda, porque dice que la demanda es algo de gobiernos populistas.
Pero nosotros sostenemos que no, que la demanda agregada y el Estado sosteniendo esa demanda agregada, el consumo, es el que moviliza la gran rueda de la economía.
¿Por qué? Por una razón muy sencilla. Porque los empresarios, el capital, no invierte si no tiene asegurada la colocación de sus productos y de sus servicios.
Comenzamos entonces una política de sostenimiento de la demanda agregada. O sea, no solamente por una cuestión de sensibilidad social en un proyecto de inclusión, sino por una cuestión de inteligencia económica.
Y junto a ese salario mínimo, vital y móvil que iba creciendo año a año cuando se reunía el Consejo, al salario de los trabajadores en relación de dependencia, que también siguió creciendo año a año por encima de la inflación, manteniendo el poder adquisitivo en esas convenciones paritarias, también a partir de que el Estado recuperó la administración de los recursos de los trabajadores, esto es lo que los trabajadores aportan en materia de aportes personales en sus trabajos, que les es descontado a través de aportes, y lo que aporta el sector del capitalismo, el sector de los empresarios a través de las contribuciones patronales, que estaban privatizados.
Esta administración de los recursos había sido privatizada durante los años 90.
En el año 2009 durante mi primera presidencia, ante la crisis global producida desde el centro del poder, con la caída de Lehman Brothers, supimos que el mundo había cambiado definitivamente y que en definitiva ese discurso neoliberal de los años 90, de las privatizaciones como la panacea universal, la teoría del Consenso de Washington del derrame, de que el vaso derramaba, el vaso nunca derramaba, salvo cuando alguien lo volcaba, y cuando lo volcaba lo volcaba para el lado de los ricos; nosotros decidimos volcar ese vaso para el lado precisamente del conjunto de la sociedad, porque sabíamos que de esa manera finalmente la economía se iba a dinamizar.
Y fue así que en el año 2009 se estableció la Asignación Universal por Hijo, una de las políticas públicas reconocidas por FAO, reconocidas por la CEPAL, reconocidas como una de las políticas más efectivas en la lucha contra la pobreza.
Representa esta Asignación Universal por Hijo, destinar el 0,5 por ciento del PBI a las familias que no tienen un trabajo registrado, que tienen un trabajo informal o cuyo salario está por debajo del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
Llegamos con esto a más de 3 millones de niños y adolescentes.
Pero no llegamos únicamente con el ingreso monetario, llegamos además con exigencias y responsabilidades que deben cumplir las familias que reciben este programa, y es que sus hijos deben ir a la escuela y que además deben tener los controles de salud y el programa de vacunación.
La Argentina tiene un programa de vacunación gratuito, oficial y obligatorio de 19 vacunas.
Es el país tal vez que mayor cantidad de vacunas gratuitas tiene en su programa.
Les decía, esta Asignación Universal por Hijo, que al principio fue criticada porque decían que con eso fomentábamos que la gente no trabajara.
Al contrario. ¿Por qué? Porque el sistema convive perfectamente con el trabajo registrado, ya que en nuestro país la ANSES paga también las asignaciones familiares a los trabajadores en relación de dependencia, y esa asignación familiar en el primero de los escalones, es similar a la Asignación Universal por Hijo que recibe cada desempleado o cada trabajador informal no registrado.
De modo tal que no es un incentivo al no trabajo, al contrario, porque cuando pasa ese trabajador al campo de la formalidad, sigue cobrando esa Asignación bajo la forma de Asignación Familiar por Hijo por ser trabajador registrado.
El éxito ha sido muy grande, porque ha crecido la escolaridad, y por eso hoy estoy hablando frente a ustedes, porque esas políticas junto a la Asignación Universal por Embarazo, junto también al plan PROGRESAR, que es el ingreso que reciben los estudiantes de mi país que reúnen determinadas condiciones que sus padres no pueden pagar sus estudios, no solamente para que puedan terminar su escuela secundaria, sino fundamentalmente poder ingresar al nivel terciario, políticas públicas muy importantes.
Y quiero también aquí rescatar cuál ha sido el resultado de haber administrado lo que antes administraban los privados.
Porque hay siempre una tensión entre lo público y lo privado, si lo privado es mejor que lo público, si la administración de los privados es mejor que la de los públicos.
Quiero decirles algo: cuando recuperamos la administración de los recursos de los trabajadores por parte del Estado, las AFJP, que eran las administraciones privadas, las aseguradoras privadas de pensión, tenían en su patrimonio 90.000 millones de pesos.
Hoy el Fondo de Garantía de Sustentabilidad que administra estos recursos, luego de hacerse cargo de la Asignación Universal por Hijo, de la Asignación Universal por Embarazo, del plan PROGRESAR, del plan CONECTAR IGUALDAD que distribuye una computadora por niño o por adolescente en cada una de nuestra escuelas públicas, de manera tal de achicar la brecha digital; y además de encarar un programa de infraestructura como es el PROCREAR que es construir casas que son pagadas por sectores de clase media que no son sujeto de créditos bancarios ni tampoco eran sujetos de planes sociales de vivienda, ha permitido que hoy que ese Fondo tenga más de 500.000 millones de pesos.
¿Por qué? Por una razón muy sencilla, por la inyección que provocó en el mercado la demanda agregada, el consumo de los pobres, de los más pobres, que no son los que fugan sus recursos a cuentas en Suiza o en paraísos fiscales, la Asignación Universal por Hijo que recibe cada trabajador, cada mamá, es gastada en zapatillas, en útiles para la escuela, en alimentos, en cosas que contribuyen fuertemente a dinamizar la economía a través de la demanda agregada, el consumo.
La verdad que muchas veces no entiendo a algunos capitalistas, porque el capitalismo ha podido triunfar sobre otras ideas a partir de que la gente quería consumir.
El Muro de Berlín no se cayó porque había mayor poderío económico, tecnológico o militar del otro lado, se cayó por una razón mucho más sencilla y más humana, los que vivían del otro lado querían consumir y tener la misma calidad de vida de los que vivían del lado oeste del muro. Una lección de capitalismo.
Entonces creemos realmente que el consumo, incentivar el consumo…, -y sobre todo esto lo quiero decir aquí en Europa, donde escucho que se quieren aplicar o se están aplicando recetas de ajustes y restricción al consumo- quiero decirles que en nuestro país esas recetas ya fueron aplicadas y con pésimo resultado.
Tan pésimo que el nivel de endeudamiento explotó por los aires, el país explotó por los aires y llegamos a tener cinco presidentes en una semana.
Porque esto termina necesariamente impactando en las instituciones.
Afortunadamente en nuestro país pudimos superarlo dentro de los marcos institucionales, dentro de los marcos de la Constitución y no se afectó el proceso democrático.
Pero cuando pasan estas cosas, niveles de endeudamiento inaceptables, nuestro país llegó a deber el 160% de su PBI cuando defaulteó su deuda, no hay país que pueda hacer frente a esta deuda por una razón muy sencilla, nadie puede pagar más de lo que le ingresa.
Cuando Néstor Kirchner dio su primer mensaje en Naciones Unidas y abordó este tema tan candente hoy también aquí en Europa, del endeudamiento para muchísimos países, dijo que nos dejaran crecer, que íbamos a pagar pero que íbamos a hacernos cargo de una parte de la deuda, que de la otra parte de la deuda debían hacerse cargo aquellos que le habían prestado a la Argentina a tasas exorbitantes y sin tener en cuenta una regla mínima de cualquier banquero, que es prestarle a alguien que sabe que se lo va a poder devolver.
Cuando alguien le presta algo a alguien a tasas usurarias debe saber que lo más probable es que no se lo pueda devolver.
Y si hace esto debe asumir el riesgo.
Por lo tanto la postura de la Argentina en la reestructuración de su deuda externa, en 2005 y 2010, fue precisamente eso, hacernos cargo una parte nosotros de la deuda y que la otra estuviera a cargo de quienes habían hecho muy mal las cosas con el propio monitoreo del Fondo Monetario Internacional, que debería, como sus funciones lo indican, cuidar de los países, no solamente para que no hagan políticas populistas sino también para que no se endeuden exorbitantemente y pongan en peligro la seguridad alimentaria y la propia seguridad institucional de los países.
Estas políticas activas, estas políticas sociales, estos programas sociales se han articulado conjuntamente con políticas de producción más que importantes que se han desarrollado en la Argentina en materia de inversión y tecnología, somos líderes en el mundo en materia no solamente de producción cuantitativa sino de producción cualitativa debido al grado de inversión en biotecnología.
No quiero enumerar en qué somos primeros productores, segundos productores, exportadores del mundo, pero tenemos una gran capacidad y vamos a tener aun más porque estamos invirtiendo mucho en ciencia y tecnología, y en educación, otra de las claves para combatir la pobreza y combatir el hambre.
Hemos repatriado más de mil científicos argentinos que hoy en nuestros laboratorios, en empresas privadas, en centros científicos, están ayudando precisamente en uno de sus aspectos a esto, producir más y mejor.
A esto también le sumamos un plan de infraestructura muy fuerte, que permitió acceder al agua potable a millones de argentinos que estaban privados de abrir una canilla y que corriera agua en su casa, o también de tener cloacas, algo que tiene que ver con la salud.
Cuando me hablan de planes de salud primero pregunto cuánta gente en el país tiene acceso al agua potable, cuánta gente en el país cuenta con desagües cloacales, entonces después sí, una vez que tengo esas cifras y que son buenas recién escucho los planes de salud.
Si no hay agua potable, si no hay cloacas, que nadie me venga a hablar de planes de salud.
Desarrollamos un plan de infraestructura muy agresivo.
Como ustedes pueden ver es una combinación de políticas muy fuertes, muy activas, que nos han permitido hoy tener un índice de pobreza por debajo del 5% y de indigencia del 1,27%, si mal no recuerdo, y convertirnos en uno de los países más igualitarios.
No puedo dejar tampoco de mencionar lo que ha sido el otro gran sujeto que muchas veces padece hambre y que son los ancianos, las personas de mayor edad.
Hemos tenido también, junto con la recuperación de los recursos de los trabajadores, junto a la Asignación Universal por Hijo, un sistema jubilatorio previsional que hoy tiene una cobertura del 97%, el 97% de las personas en condiciones de acceder a un beneficio jubilatorio hoy en la Argentina tienen un ingreso por este concepto. Ingreso que además se ajusta dos veces al año; perdonen, se ajusta es un mal término, aumenta dos veces por año de acuerdo a una fórmula de Ley de Movilidad Jubilatoria que fue aprobada por el Parlamento Argentino, que fue propuesta por nuestro gobierno y que combina racionalmente, entre los elementos para determinar ese índice por el cual se aplica el aumento, la recaudación, es decir cuánto le ingresa al Estado, que está directamente vinculado a todos los ingresos de la seguridad social, del impuesto a las ganancias, del impuesto al valor agregado.
Como verán ustedes, una política impositiva directamente vinculada también a la distribución y la equidad social.
No quería terminar mi intervención hoy ante ustedes sin mencionar también lo que hemos sufrido en la región latinoamericana y hemos podido superar.
Durante mucho tiempo, debido a los subsidios y a las barreras paraarancelarias que tienen los países desarrollados, cuando los términos del intercambio comercial, antes de la aparición de los gigantes asiáticos, eran claramente deficitarios para los países en desarrollo, sufrimos y seguimos sufriendo todavía las barreras paraarancelarias.
Un ejemplo: creo que nadie puede dudar de los beneficios y de la riqueza de la carne argentina, de lo que es hoy un bife de chorizo argentino, van a la Argentina para comer su carne; Estados Unidos por motivos fitosanitarios, entre comillas, tiene prohibido el acceso de las carnes argentinas a su mercado.
Algo parecido ocurre con los limones. Ustedes saben que Argentina es el primer productor de limones en el mundo, a punto tal que una prestigiosa marca de bebida cola, famosa en el mundo, la botellita con la etiqueta colorada –para no decir el nombre- que empieza con coca y termina con cola, nos tiene como sus proveedores; sin embargo el ingreso de los limones argentinos, también por cuestiones fitosanitarias, está prohibido en Estados Unidos.
Nosotros hemos organizado un panel en la Organización Mundial del Comercio, la OMC, esperamos prontamente tener los resultados del mismo en cuanto a las carnes, los productores de limones han querido esperar a ver qué pasa con ellos.
Pero el tema de las barreras paraarancelarias es para los países en desarrollo muy importante, muy restrictivo de sus economías.
La mantequilla en Francia tiene un arancel del 125%, mientras que ninguno de nuestros productos en la República Argentina, porque formamos parte del Mercosur, tiene un arancel superior al 35%.
Ni qué hablar del arroz por ejemplo en Japón.
No quisiera seguir en este tema pero creo que subsidios y barreras paraarancelarias a través de falsas medidas fitosanitarias, son otro de los problemas.
¿Por qué? Porque no permiten la libre competencia en materia alimentaria y los alimentos se convierten también en un tema de especulación económica.
Es inconcebible, pero lo hay, que haya mercados a futuro en materia de granos y entonces se especule si vendo la cosecha o no.
Y lo digo con autoridad ya que en mi país, de acuerdo con informes mundiales, tenemos una reserva del 60% de la soja a nivel global.
Esto no es responsabilidad del Estado, porque obviamente el Estado no puede intervenir en la actividad comercial y obligar a vender nada a nadie, pero debería, en materia alimentaria, como en tantas otras, en materia financiera, haber regulaciones globales, en las cuales todos los países signatarios de la Carta de San Francisco debiéramos estar atados a determinados comportamientos.
Hoy estamos tratando en el seno de Naciones Unidas, a instancias de la Argentina y del grupo G-77+China, la regulación sobre estructuración de deudas financieras, de las deudas de los estados, de las deudas públicas, porque estamos viendo que la situación que hizo que Argentina casi volara por los aires en el 2001 hoy se extiende a otros países en Europa, en África y en tantos otros lugares.
Entonces tenemos confianza en que va a haber una regulación financiera que no permita por ejemplo que la Argentina, habiendo arreglado con el 93% de sus acreedores en las dos reestructuraciones, sea extorsionada por los fondos buitres para pagar sumas con tasas en dólares anuales de más de 1.600%, algo inconcebible desde lo equitativo, desde lo más lógico.
¿Qué vamos a esperar, que el mundo también tenga problemas de granos, tenga gente que acumula granos de trigo, de arroz, de soja, mientras otros se mueren de hambre, para intervenir en la regulación de esos mercados?
No para quitarle nada a nadie, no para socializar nada, pero una cosa es no socializar y otra es especular, y especular con el hambre, o especular con la deuda de los pueblos, que finalmente la deuda de los pueblos y los gobiernos termina con el hambre de la gente.
Por eso creo que deberíamos impulsar desde estos espacios globales institucionales regulaciones.
Avergüenza que haya mercados a futuro sobre trigo, sobre maíz, sobre dólar, se especula vendo o no vendo, y el vendo o no vendo tiene que ver con las posibilidades de que la gente en el mundo pueda comer una escudilla de arroz o pueda amasar su pan.
Recuerdo en la crisis del 2008, una reunión que mantuvimos aquí en Italia, aquí me apunta nuestro embajador ante la FAO que era la Conferencia sobre Seguridad Alimentaria, a la que me tocó asistir en el año 2008.
Recuerdo en una cena, junto con el entonces Primer Ministro italiano y todos los representantes de los organismos multilaterales y los distintos países que habíamos concurrido a este encuentro, escuchar a la delegada de la FAO en esa cena de trabajo, contar cómo se había disparado el precio del arroz, lo que tornaba absolutamente insuficientes los recursos con que la FAO contaba para poder asistir a aquellos países que estaban bajo programas de la FAO para la seguridad alimentaria.
Su presupuesto se había quintuplicado debido al precio del arroz, ¿y eso qué era?: especulación pura.
Los que vendían arroz sabían que había una crisis alimentaria, sabían que los organismos internacionales y los gobiernos iban a recurrir en ayuda y por lo tanto aumentaban el precio.
Sobre estas cosas también debemos intervenir para que no suceda nunca más y podamos hablar de seguridad alimentaria en serio, a través de normas.
Y poder articular la producción, tampoco hay que ahogar el interés privado en la ganancia o en la rentabilidad, nadie pide que los productores pierdan dinero, que el que invierte pierda dinero, lo único que pedimos es que la especulación tiene que tener regulación como hay tantas otras regulaciones en el mundo.
Por eso creemos que subsidios, barreras paraarancelarias, necesidad de regulación, erradicación de la pobreza, intervención activa del Estado en este problema, son las claves para abordar de manera múltiple, de manera diversa, el problema del hambre.
No solamente desde la producción de alimentos y cómo lograrlos con mayor eficiencia, con mayor ciencia, con mayor tecnología, con mayor inversión, sino también cómo logramos que esto se distribuya con equidad, y el instrumento para distribuir los alimentos y que lleguen a todos con equidad es asegurar que haya trabajo bueno y decente, asegurar que los estados tengan políticas que sustituyan, cuando todavía falta un tiempo para que se cristalice una economía floreciente, una economía de crecimiento que les dé trabajo a todos, a aquellos sectores más vulnerables que deben ser precisamente ayudados por el Estado.
No a través de políticas clientelares que hagan depender a la gente de los políticos, al contrario, que les garantice y que empodere a cada uno de los ciudadanos para que no dependan del gobierno de turno ni tampoco de la orientación política del gobierno de turno, para que generalmente puedan acceder a los alimentos, a la educación, a la salud y a la vivienda.
La articulación entre lo público y lo privado debe existir, pero en el mundo de hoy sabemos que el Estado es insustituible y lo comprobamos en la crisis del 2008, cuando los privados desaparecieron y el Estado, en los distintos países, se tuvo que hacer cargo de los desocupados, de los que no tenían trabajo, de los que no tenían educación, de los que no tenían salud.
Por eso agradezco finalmente que nuestro país, la República Argentina, haya sido premiado por sus resultados en la lucha contra el hambre, pero también decir con absoluta sinceridad y honestidad, que no es que solamente hemos tenido un programa alimentario, hemos tenido un proyecto de país, un modelo de sociedad, más equitativa, más justa y más igualitaria, que es el mejor antídoto en la lucha contra el hambre y la pobreza.
Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas.
Señor Presidente; señores jefes y jefas de Estado; señores jefes de Delegaciones; señoras y señores: creo que en esta Conferencia de la FAO sobre seguridad alimentaria, todos tenemos un mismo análisis en cuanto al cuadro de situación: más de mil millones de habitantes en el mundo con severos problemas en materia alimentaria y también, países desarrollados y países emergentes inclusive como el mío,la República Argentina, exportador neto agrícola, con un fuerte impacto en las alzas de los precios y, por lo tanto, con fenómeno inflacionario en todo el mundo.
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Pero me parece que solamente hasta aquí llegan las coincidencias, porque de las distintas exposiciones podemos extraer visiones diferentes acerca de cual es el corazón del problema, cuáles son las causas y como diferimos en cuántas son las causas, también seguramente tendremos algunas diferencias en cuanto a las soluciones a implementar en este problema.
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La caracterización que nosotros tenemos acerca del problema alimentario no es solamente un problema de producción de alimentos, sino también de distribución de alimentos.
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De hecho, hoy estamos produciendo un 14 por ciento más de calorías que hace 30 años y ha aumentado el 70 por ciento de la población.
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Creemos entonces que el principal problema no radica solamente en la producción, sino también en un problema de distribución y de acceso en las distintas comunidades precisamente a precios sustentables de los alimentos.
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Cuáles son a nuestro criterio las causas estructurales de vieja data en este problema.
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Lo vemos de países productores agrícolas, de países en vías de desarrollo, y creemos por ejemplo que la política proteccionista llevada a cabo por los países centrales desde los años ´70 en adelante, ha causado un desapoderamiento por parte de los países emergentes, de recursos que les son propios.
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Para que ustedes tengan una idea, desde 1970 al año 2006 los países centrales pasaron a ser importadores netos de alimentos de aproximadamente el 16,9 a apenas el 1,4.
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Y nosotros, los países emergentes pasamos de ser exportadores netos de casi el 15 ó 16 por ciento a 1,4 por ciento.
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Esto significa desapoderamiento de recursos en el orden de los 130.000 millones de dólares, y para el África por ejemplo, de 60.000 millones de dólares.
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Otra de las causas estructurales también de vieja data, son las condicionalidades que los organismos multilaterales de crédito particularmente el Fondo Monetario Internacional, ha impuesto a distintos países.
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Hace unos instantes, en este mismo estrado, el señor Presidente de la República Federativa del Brasil, se acordaba del ejemplo de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional a la República de Haití para que abandonara la producción de arroz.
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Hoy Haití ni siquiera puede ser tratado como país emergente.
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Es apenas un país de sobre vivencia.
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Y lo decimos desde la Republica Argentina con conocimiento de causa, porque integramos la comisión, la misión de la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) no solamente en lo que hace a la parte de asistencia militar, también estamos desarrollando un plan muy importante en materia de huertas familiares que ya llevamos en el número de 2.800, que dan de comer a más de 20.000 personas y
acabamos de firmar un acuerdo con el Canadá para incrementar el número de huertas y llevar alimentos a más de 200.000 personas.
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Pero lo cierto es que toda esta ayuda que es de carácter meramente paliativo, es insuficiente y si no se hacen otras cosas en Haití y en repúblicas y lugares semejantes, me atrevo a calificar que de insuficientes, las gestiones y las misiones van a pasar a ser inútiles.
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La tercera causa concurrente también a esta situación, la tenemos en cierta forma de organización del mercado internacional de carácter oligopólico muchas veces en lo que hace a los canales de distribución de los alimentos, a patentes, a tecnología, a innovación, lo que contribuye a agravar y profundizar el problema.
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Lo que algunos aquí han mencionado como una causa también que es la mayor demanda a partir de la aparición de nuevos actores en la escena internacional como China e India, en realidad no puede verse como causa del problema, porque sería paradojal que nosotros creyéramos que el problema es que se incorpora más cantidad de gente a una mejor calidad de vida.
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En realidad, me parece que uno de los elementos más distorsivos también de carácter coyuntural pero con componentes estructurales hoy en el mundo de los commodities, es precisamente la irrupción de los capitales financieros.
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La crisis de las hipotecas ha trasladado fuertes movimientos especulativos al mundo de los commodities, no solamente del mundo agrícola sino también del petróleo.
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Y esto causa una acción absolutamente distorsiva en los precios de los mismos.
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Les voy a dar un ejemplo: en mi país, en la República Argentina, un pequeño ahorrista de 16.000 dólares que los coloca en un pool de siembra obtiene una renta en 6 meses del 30 por ciento en dólares, una renta inusitada en el mundo actual.
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Vemos entonces como estos movimientos de capitales especulativos se trasladan ante la incertidumbre de los bancos y de no saber cómo están calzados esos bancos en las crisis hipotecarios, a activos más fijos, más tangibles como pueden ser los productos agrícolas o tal vez el precio del petróleo.
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Creo que también tenemos que abordar cuáles serían entonces las soluciones si tenemos esta caracterización acerca de cuáles son los problemas.
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Uno sería en principio abordar con verdadero realismo las discusiones en las negociaciones y el debate en la Ronda de DOHA.
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Porque hay como un doble estándar, es como que de los países centrales se emiten mensajes acerca del libre comercio, de no proteccionismo, pero en los casos concretos y en las políticas concretas desde hace décadas, los países en proceso de desarrollo tenemos fuertes dificultades para poder acceder a los mercados.
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La segunda cuestión que me parece es reorientar a través de los organismos multilaterales de crédito, las inversiones hacia aquellos países que podemos ser y somos de hecho grandes productores de alimentos pero que también hemos incorporado en la producción de alimentos, en la producción agrícola, fuerte tecnología.
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La idea sería entonces, no ya hacer un plan de asistencia en el cual se reconozca una cifra a tal o cual país, o tal o cual cantidad de alimentos, sino dar instrumentos de cooperación entre los países que poseemos tecnología, maquinaria, know how en materia agrícola, para que aquellos que no lo tienen puedan también comenzar a producir sus propios alimentos.
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La cooperación internacional entonces, sería a tres puntas: por una parte los países que hoy carecen de aptitud para producir sus alimentos y que por lo tanto son importadores netos de alimentos y que por su carácter de emergentes o de absoluta falta de desarrollo, no están en condiciones de hacer frente a esta situación.
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La segunda, aquellos países que como el mío son grandes productores de alimentos no solamente convertirlos en productores de materia prima.
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Quiero decirles, señoras y señores, a todos ustedes, que mi país hace 100 años fue "el granero del mundo", era la séptima economía del mundo, pero era solamente un exportador de materia prima sin valor agregado, y los cambios de los ciclos económicos finalmente nos llevaron a una situación muy mala.
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Porque la otra gran clave que nosotros tenemos que abordar cuando hablamos del problema de la alimentación, es también las altísimas tasas de desocupación que tienen que ver con los problemas del hambre.
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Entonces es clave no solamente producir materia prima, sino agregar valor para que los trabajadores, los ciudadanos y las ciudadanas de nuestras comunidades puedan tener trabajo.
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Esta es la clave.
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Lo pude ver hace muy poco tiempo cuando estuve en Haití visitando precisamente la Misión Argentina, como miles y miles de personas carecen de ocupación y que entonces deviene inevitablemente en lo que termina siendo una disputa, no ya por la distribución del ingreso como puede suceder en países en desarrollo o tal vez en sociedades más desarrolladas, sino simplemente una disputa para ver quien llega primero a una bolsa de pan o a una bolsa de arroz.
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Vamos entonces a vivir en este siglo XXI que se caracteriza por un gran desarrollo tecnológico, escenas muy terribles, porque paralelamente a ese desarrollo de la ciencia casi inimaginable hace 30 ó 40 años atrás, vamos a ver escenas del medioevo donde tal vez en la puerta de una panadería en Magreb o en cualquier lugar lejano de África la gente se agolpe y se muera en busca de un plato de comida.
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Creo que el abordaje debe ser con mucha sinceridad, con mucha franqueza, evitando el doble estándar, evitando lo que nosotros decimos en nuestro país "el doble discurso" y una práctica de cooperación a tres puntas, en un plan de facilidades alimentarias donde los países desarrollados que poseen y han acumulado gran cantidad de capital puedan invertir, para que aquellos países que estamos en condiciones de producir no solamente materia prima agrícola sino también tecnología, para que otros países que hoy carecen de ella puedan hacerlo, accedan a esa tecnología, accedan a esas semillas, accedan a esos fertilizantes para poder también ellos mismos proveerse de los alimentos.
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La clave está entonces en un sinceramiento de qué es el orden vigente y cómo ha venido funcionando estructuralmente, que tal vez ha constituido no queriéndolo, porque después de todo en política las buenas o malas intenciones no cuentan, lo que cuentan son los resultados concretos que se obtienen de la aplicación de tal o cual política, un sinceramiento absoluto por parte de los países centrales con gran capacidad de inversión, con gran capacidad de decisión, de nosotros, países también productores de materia prima, de alimentos, países en vías de desarrollo con grandes extensiones y gran capacidad en materia de recursos naturales, para que finalmente aquellos que todavía no han podido acceder a una mínima tecnología que les provea su propio sustento, puedan hacerlo.
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Creo que esta es la clave.
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Nosotros, en nuestro país hemos llegado a los 97 casi a los 100 millones de toneladas en materia agrícola; podemos llegar a 150 millones, pero además, queremos agregarle valor también a nuestras materias primas, porque tenemos la experiencia que hemos acumulado desde hace un siglo y sabemos que solamente el agregar valor a nuestros productos, es a lo que hace al desarrollo de nuestros pueblos.
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Por eso, con esta visión que tal vez pueda ser compartida y no, pero que es la expresión sincera de cómo vemos desde un lugar de Latinoamérica, como país emergente, como país en vías de desarrollo, la problemática del hambre hoy en el mundo, abordarla con esta caracterización, que vuelvo a repetir, no solamente es de producción sino también y esencialmente de distribución, que en definitiva no es ni más ni menos que la distribución del ingreso, lo que verdaderamente define la calidad de vida de cada uno de los hombres y mujeres que habitamos este planeta.